¿Es el ejercicio realmente bueno para el cerebro?

¿Es el ejercicio realmente bueno para el cerebro?

La actividad física es uno de los mejores tratamientos para prevenir el desarrollo de las enfermedades neurodegenerativas

En 1970, un grupo formado por médicos, matronas y autoridades sanitarias de Inglaterra, Gales y Escocia recopiló información sobre 17.000 bebés nacidos en la misma semana, el denominado Estudio de Cohorte Británico (BCS70), y mantuvieron su seguimiento durante su niñez y edad adulta. Entre 2016 y 2018, pasados casi cincuenta años, 4.481 participantes (52% mujeres) dieron su consentimiento para valorar a través de una encuesta la asociación entre la actividad física y la cognición.

Sus resultados se recogen en el artículo Exploring the associations of daily movement behaviours and mid-life cognition: a compositional analysis of the 1970 British Cohort Study, publicado a principios de este año en Journal of Epidemiology and Community Health. La conclusión principal del estudio señala que “realizar al menos 10 minutos de esfuerzo moderado a vigoroso cada día mejora la memoria de trabajo de los participantes del estudio, teniendo un impacto mayor en los procesos ejecutivos como la planificación y la organización”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. La actividad física hace referencia a toda acción, incluso durante el tiempo de ocio, para desplazarse a determinados lugares y desde ellos, o como parte del trabajo de una persona. Y uno de los órganos de nuestro cuerpo que se beneficia de esta actividad es el cerebro.

Jesús Porta, neurólogo del Hospital Universitario San Carlos de Madrid, sostiene que la actividad física mejora nuestro cerebro a las pocas horas de llevarla a cabo, “por la liberación de una serie de sustancias en el cerebro, denominadas endorfinas, que hacen que nos encontremos mejor desde el punto de vista psicológico y mental”. Si el ejercicio es mantenido en el tiempo, continúa este experto, “es uno de los mejores tratamientos que hay para prevenir enfermedades neurodegenerativas, como puede ser la enfermedad del Alzhéimer”.

Porque el ejercicio modifica nuestro cerebro. “Sus efectos tienen lugar mediante el incremento en la capacidad de procesamiento de información de las neuronas, del aumento en el número de neuronas en el hipocampo, y sobre las mitocondrias, que mejoran su funcionamiento. Los mecanismos dependen de una serie de moléculas activadas por el ejercicio, que generan acciones especificas en el cerebro a corto plazo. La persistencia del ejercicio consolida esos cambios, a través de mecanismos moleculares ligeramente diferentes”, explica José Luis Trejo, investigador científico CSIC y jefe del Grupo “Estilo de vida y Cognición” del Instituto Cajal de Madrid.

Durante mucho tiempo se ha hablado de la importancia que tiene el ejercicio aeróbico como andar, subir escaleras, nadar o bailar, en el cerebro. Pero, además de este tipo de ejercicio, un estudio reciente, realizado en el Instituto de Investigación Rotman de Toronto y la Universidad de Toronto en Canadá, ha identificado que “el tiempo que se dedica a realizar actividad física en el hogar se asocia positivamente con el volumen cerebral, específicamente con el volumen de materia gris, en los adultos mayores”.

Esta investigación apunta que los beneficios asociados con las tareas del hogar puede motivar a los adultos mayores a ser más activos al brindarles una forma de actividad física más asequible y de bajo riesgo. “Con lo cual, a día de hoy, podemos decir que, a largo plazo, el ejercicio que va a aportar más beneficios es cualquier ejercicio, mientras que, a corto plazo, el que te produce beneficios, como la liberación de endorfinas, fundamentalmente es el ejercicio aeróbico y algunos deportes”, explica Porta.

En cualquier caso, lo importante para mantener un adecuada salud física y cognitiva es evitar el sedentarismo. “Hacer ejercicio, incrementándolo de manera gradual a partir de la situación personal actual de cada uno. Si una persona es sedentaria tiene que empezar a moverse, aunque solo sea caminar. Cuando uno ya ha acostumbrado al cuerpo a caminar, hay que empezar a caminar más deprisa o correr ligero. Si ya está uno haciendo eso, puede incrementar el tiempo de entrenamiento y la intensidad del ejercicio o de la carrera. Y así sucesivamente”, señala el investigador científico del CSIC.

Un trabajo de concienciación sobre lo importante que es mantenerse activos a lo largo de nuestra vida que debe iniciarse en edades tempranas. “Es necesario establecer hábitos en las personas desde que son pequeños, también comunicando. Por un lado, estaría bien que se incluyera una asignatura en los colegios para enseñar al alumnado lo que es tener un cerebro saludable, hacer una vida sana. Y, por otro lado, seguir animando a los medios de comunicación a que sigue siendo interesante hablar de salud para que el discurso cale en la población”, comenta el neurólogo del Hospital Universitario San Carlos. Además, considera necesaria la realización de campañas por parte del Ministerio de Salud que incidan en la incorporación de hábitos cerebro-saludables “porque una vez que se ha instaurado la enfermedad, la vuelta atrás es muy complicada”, dice este experto.

Y mejor si la actividad física tiene lugar al aire libre, como afirma el artículo Hacer ejercicio es bueno para el cerebro, pero hacer ejercicio al aire libre es potencialmente mejor, publicado en Scientifc Reports. Esta investigación asegura que “el entorno puede desempeñar un papel igual de importante en el aumento de funciones cognitivas que el ejercicio en sí y que el tiempo pasado en entornos naturales al aire libre produce aumentos en la cognición similares a los que resultan del ejercicio intenso”.

La investigación concluye que “dado el continuo crecimiento de la urbanización y el cambio hacia un estilo de vida interior, nuestros resultados resaltan la importancia de pasar tiempo en la naturaleza, especialmente cuando se hace ejercicio. De hecho, en un mundo donde muchas personas “van al gimnasio” antes o después del trabajo o durante la hora del almuerzo, nuestros resultados sugieren que estas personas estarían mejor atendidas si simplemente `salieran afuera´”.

por niusdiario.es

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